Según diversos mitógrafos griegos, Castalia era una muchacha de Delfos, cerca del santuario, de la que se enamoró el dios Apolo. Éste la perseguía insistentemente hasta que, desesperada, se arrojó a la fuente, en donde encontró la muerte.
Desde entonces, la fuente lleva su nombre y está consagrada a Apolo. A beber de sus aguas acudía la pitonisa del templo de Apolo antes de dar las enigmáticas respuestas a reyes, filósofos y ciudadanos, ansiosos de conocer.
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